Después de conocer la capital de Estados Unidos
volvimos a Nueva York, a conocerla a pie después de haberla visto por el aire y
por el mar. Aunque prácticamente la totalidad del tiempo que pasas en Nueva
York estás en el condado de Manhattan porque recoge la mayoría de atracciones
turísticas de la ciudad, hay que conocer que la ciudad de los sueños se divide
en cinco condados y que todos merecen ser visitados para conocer los contrastes
de esta gran metrópoli. Nosotros nos decidimos a salir de Manhattan y aportar
una visión más global lejos de los rascacielos de la Gran Manzana.
Los condados que forman la ciudad que nunca
duerme son Manhattan (donde nos alojamos), el Bronx, Brooklyn, Queens y Staten
Island. Desde Manhattan se pueden visitar cogiendo el metro, guaguas o taxis -a
excepción de Staten Island que es en Ferry-, aunque nosotros aprovechamos el
pase semanal para movernos de condado a condado. Hay que tener en cuenta que
las distancias son muy grandes, las combinaciones de metro hay que analizarlas
y por tanto, recomendamos dedicarle varios minutos antes de salir para saber
qué vías y caminos coger. Eso sí, en el metro te puedes encontrar de todo, como nosotros que nos sorprendimos a ver a dos personas con ratas como mascotas.
Comenzamos por el Bronx. ¿El motivo? Que había
partido del equipo más laureado de Nueva York, del mejor equipo de béisbol de
la historia, los Yankees; y qué mejor que conocer este condado aprovechando el
desplazamiento para visitar el templo del béisbol neoyorkino. En Estados Unidos
se vive el deporte convirtiéndolo en un auténtico espectáculo y nosotros íbamos
dispuestos a comprobarlo. El beisbol, es después del fútbol americano, el
deporte por excelencia para los estadounidenses; siendo la NBA y el hockey
sobre hielo (NHL) sus sucesores. El fútbol, deporte rey en España, se denomina Soccer
en esta tierra y está tomando impulso pero no logra la importancia de los
anteriormente citados.
Después de varias combinaciones de metro, allí
estábamos frente al Yankee Stadium. En una nebulosa deportiva y mucho sabor
americano. Mercadotecnia por todos lados, tanto como puestos de perritos
calientes y pretzels, y muchísimos aficionados, de todas las culturas, unidos
bajo unas mismas siglas la N con su Y superpuesta que se han convertido en el
souvenir más adquirido en Nueva York. Nosotros no podíamos hacer menos y para
sentirnos como auténticos neoyorkinos nos equipamos con gorras y material de
animación. El precio de la entrada para el partido ante Kansas City nos costó
tan sólo 11 dólares, eso sí en el último graderío, aunque como te puedes mover
por el estadio sin casi problemas, da igual que la butaca esté lejos. Además,
te aportará una panorámica espectacular de todo el estadio. Nos quedamos
asombradísimos con el evento. Los marcadores con repetición instantánea,
concursos interactivos con los aficionados y el grito unánime de la grada a sus
héroes. Sin duda, merece la pena acudir a un partido de los Yankees y no es muy
complicado porque juegan casi todos los días.
Salimos antes de que terminase porque son 9
ocasiones en las que ambos equipos cambian de ataque a defensa, comenzando
siempre a batear el visitante, y si queríamos conocer el resto de este condado
y los demás no podíamos permitirnos el lujo de estar hasta el final. Así que
nos adentramos en el Bronx, el de las películas americanas, pero nada más lejos
de la realidad nos sentimos totalmente seguros aunque no es recomendable
transitar por la noche en esta zona. Es una zona multicultural y con grandes
asentamientos de inmigrantes como dominicanos, más populosa de Nueva York, puertorriqueños,
africanos... Sus edificios antiguos, con escaleras de emergencia en sus
fachadas y con patios prácticamente sin salida contrastan con las
impresionantes instalaciones deportivas. Seguramente, porque es el deporte una válvula
de escape o la vía para conseguir subir el estatus en esta ciudad.
Queens fue el siguiente condado que visitamos. Es
el condado más extenso de Nueva York, segundo más poblado y étnicamente más
diverso. Por sus calles se hablan ciento de lenguas y al cruzar un paso de
peatones, si miras a los lados, podrás comprobar el crisol de culturas, razas,
etnias, sabores y aromas que se reúnen en Queens. Este condado se une con
Manhattan por medio del puente Queensboro, posee el aeropuerto al que llegamos
John F. Kennedy pero también el de LaGuardia siendo dos de los más transitados
del mundo. En Queens también se apuesta por el deporte. Allí juegan los
Mets, otro referente del beisbol, y se celebra el Open de Estados Unidos de
tenis, en pleno parque Flushing Meadows-Corona Park al que miles de personas
acuden para darle a los pedales, correr, hacer deporte, jugar al tenis o
simplemente descansar y desconectar. En el corazón de este parque se encuentra
un monumento que nos encantó, el Unisphere. Una estructura metálica de 42
metros de alto y 36'5 de diámetro que representa al planeta tierra y que es el
símbolo de la feria mundial de 1964 celebrada en este condado, con esta imagen
nos despedimos de Queens camino hacia Brooklyn.
Pero antes decidimos coger el telesférico que va desde Manhattan hasta la Isla Rosevelt que puedes utilizar con el mismo metrocard y que te proporciona una bonita panorámica del río, esta parte de la ciudad y esta pequeña isla.
Ya habíamos visitado el condado de Brooklyn con
la preciosa panorámica nocturna de Nueva York que disfrutamos cortesía de TuBillete.com;
pero además de disfrutar las excursiones intentamos quedarnos con sitios que
merecen una nueva visita. Llegamos al atardecer, tal como queríamos. Buscamos
la zona desde la que queríamos disfrutar del sol escondiéndose tras los
rascacielos y después de varios minutos a pie llegamos a un parque, próximo a
un tiovivo en el que se concentraban familias, parejas haciendo picnic,
neoyorkinos haciendo deporte y muchas cámaras dispuestas a captar una bonita
instantánea del puente de Brooklyn, acompañado del puente de Manhattan y el
skyline de la Gran Manzana al fondo. Allí nos relajamos, disfrutamos,
descansamos y sobre todo desconectamos del ritmo endiablado de esta ciudad que
ofrece tanto y que te lleva, en muchas ocasiones, a privarte del gozo de
respirar la tranquilidad que ofrecía este parque bañado por el East River. Si
bien es su icono más mediático, el puente de Brooklyn no es el único atractivo
de este condado, así que como la noche cayó y teníamos que volver al Downtown
de la isla de Manhattan para acudir a Staten Island, próximo a Brooklyn, nos
prometimos al día siguiente visitarlo.
Y así lo hicimos, previa visita al Ferry de
Staten Island, con el que volvimos a disfrutar de los rascacielos de Manhattan,
la Estatua de la Libertad en el trayecto por el mar. Staten Island es un
condado dormitorio y este ferry gratuito, inicialmente ofrecido para el
traslado de trabajadores que viven allí se ha convertido en una de las
principales atracciones de Nueva York por las vistas que ofrece.
De vuelta al Bajo Manhattan nos resistíamos a que
la molesta lluvia nos impidiese seguir conociendo esta preciosa ciudad y fuimos
hasta el Puente de Brooklyn, pero esta vez, para cruzarlo. Entre transeúntes
con paraguas, ciclistas, corredores y puestos de comida rápida fuimos avanzando
por la vía superior a la que pasan los coches. Como ya señalamos por este
puente no pueden pasar vehículos de mucha altura, como las guaguas, ya que en
su construcción ni se imaginaban la futura existencia de las guaguas. Un puente
lleno de historias, desde su construcción y fatídicas muertes de sus
originarios arquitectos, hasta las diferentes controversias y miedos generadas
por su estabilidad que conllevó a un desfile de 21 elefantes para comprobar su
estabilidad o la nefasta rumorología que se generó a partir del grito de una
mujer que se cayó en las escaleras y tergiversaron con que el puente se
caía, el rumor conllevó que 12 personas muriesen y 35 resultasen heridas graves
debido a la avalancha. Ya en Brooklyn paseamos por sus calles en las que han
vivido personajes famosos como Michael Jordan, Lenny Kravitz, Lady Gaga, Eddie
Murphy, AlCapone o Woody Allen, entre otros.
Manhattan es lo más conocido de Nueva York, pero
con la visita a sus condados hemos comprobado que no es lo único. La vida
neoyorkina y la Gran Manzana no se puede entender sin todos sus condados, así
que aunque pueda conllevar más de un día hacer esta ruta de contrastes, aunque
los pies duelan cada noche al llegar al hotel o aunque no tenga tantos
atractivos turísticos de relevancia; hay que estar en los 5 condados para poder
decir que has estado en Nueva York.
Sabemos que falta hablar de Manhattan, pero se merece
un capítulo aparte y así lo haremos, deseando que hayan conocido más de Nueva
York y de sus 4 condados menos famosos, pero no por ello importantes.
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