Hoy hemos tenido un día lleno de colorido, hemos visitado nada más y nada menos que el famoso barrio de La Boca en la capital de Argentina.
Nada más bajarnos del "colectivo" (que es así como se llaman las guaguas/autobuses aquí) nos topamos con el Puente Transbordador Nicolás Avellaneda, conocido porque entre los años 1914 y 1960 transportó personas, mercancías y trenes ya que era la única forma de atravesar el riachuelo de forma rápida. Hoy en día se conserva como monumento histórico (el azul, porque el rojo sigue en funcionamiento para los vehículos motorizados).
Caminamos a la orilla del río y llegamos a "Caminito", la entrada oficial al barrio de La Boca. Un barrio muy especial debido a su increíble belleza pues es uno de los lugares más visitados por los turistas que viajan a Argentina.
Lugar de visita obligatoria: "Si no visitás La Boca ¿para qué venís a Argentina? es como si nunca hubieras estado", decían algunos.
Las casas de la calle Caminito, Garibaldi y Magallanes están pintadas en colores vivos y llamativos. Esta costumbre tiene su origen en el pintor Quinquela Martín que repartía entre los vecinos las pinturas que sobraban de los barcos que atracaban allí.
Una calle museo en la que te puedes encontrar al doble del mismísimo Diego Armando Maradona, gente bailando Tango, cuadros, imanes y una gran variedad de productos típicos, la más buscada y la más vendida, la camisa del Club Atlético Boca Juniors.
Tras disfrutar de la pintoresca calle de Caminito anduvimos unas calles hasta llegar al emblemático estadio Alberto J. Armando, más conocido como La Bombonera.
La Boca es fútbol, y fútbol en Argentina es casi una religión, y en La Boca, una pasión. Es por ello que no podíamos dejar de visitar este maravilloso estadio y su "Museo de la pasión Boquense".
A parte de visitar el Museo también podemos realizar una visita guiada por La Bombonera donde recorremos las gradas, el vestuario visitante, la zona mixta y acabar de nuevo en el museo, todo esto mientras el guía va narrando anécdotas y características destacables de este estadio. Para los más futboleros como nosotros se te pueden llegar a poner los pelos de punta.
Decir que hoy nos acompañó Esteban, un antiguo compañero de clase de Kevin que reside en Argentina. Con él estuvimos durante todo el día, y desde aquí agradecerle que se prestase como guía particular en el día de hoy.
Apretaba el hambre y un amigo argentino residente en Las Palmas nos había dicho, (realmente nos había obligado y amenazado) a que fuésemos sí o sí al Restaurante Carlitos (Don Carlos) en una de las esquinas del estadio del C.A. Boca Juniors, y no podíamos defraudarle.
Llegamos y Carlitos nos atendió con una enorme sonrisa y una alegría despampanante, nos entregó la carta y nos dijo:
"Bueno chicos, ¿van a pedir? porque la especialidad de la casa es: lo que yo quiera."
Ya que estábamos allí, y es una vez en la vida: "Carlitos, lo que tu quieras..."
Judías a la vinagreta, tomates asados con berenjena, empanadas criollas, rebozado de espinacas y queso frito. Eso de primero. Terminando los entrantes enseguida llegó un chorizo para cada uno, seguido de una morcilla, pan y una chuleta de cerdo jugosísima. Todo a la parrilla, es más, de la parrilla directa a la boca.
Bife de ternera, costillas, pollo y papas fritas, todo a un ritmo frenético. Casi sin darnos cuenta estabamos embostados y sabíamos que el buen señor no iba a dejar de traer comida hasta que le dijésemos que parase.
Pasó por delante de nosotros y le pedimos que por favor el postre... ¡¡Para qué fue aquello!! ... Flan de huevo, tiramisú, mousse de dulce de leche y un postre que aunque no sabemos exactamente qué era, estaba buenísimo.
¡¡Qué grande Carlitos!!
Y de un grande pasamos a otro grande en nuestro regreso al hotel.
Llegamos al hotel y habíamos quedado con unos amigos argentinos que nos habían invitado a su casa para cenar con ellos.
A las 20:00 pasaron a recogernos y pusimos rumbo a su humilde morada en las afueras de Buenos Aires. Allí conocimos al resto de la familia: Alejandro y Graciela (cabezas de familia), la mamá de Graciela, Elvira, y sus hijos Thomas, Gonzalo y su novia Yamila, y cómo no, su perro Rocky.
Con ellos vivimos momentos de risa, contando anécdotas de nuestras aventuras por el mundo y compartiendo una increíble cena a base de empanadas criollas caseras y dos pizzas que... Mmmm... ¡QUÉ PIZZAS!
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