jueves, 18 de abril de 2013

Gran Canaria, una ruta entre almendros

         Seguimos acariciando la isla de Gran Canaria, la que hoy nos despierta invitándonos a conocer el sureste y su interior.

          Después de un buen descanso en casa, en la que también se está muy a gusto, nos dirigimos a Agüimes, un municipio de contrastes en sus labores, “la vará del pescao” legado marinero, la “trasquilá” y “ordeñá” de la labor pastoril, contraste en sus cadencias, callejones que ofrecen silencio, viento que mueve molinos, contraste en sus moradas, casas señoriales y cuevas excavadas, contraste en sus festejos, vestimenta tradicional y colorido de carnaval…

          Nuestra primera parada nos ofrece el casco histórico de esta Villa del sureste grancanario, a la sombra del Roque Aguayro. Perderte entre sus callejones es encontrarte con casas de piedra, estatuas de bronce, color y calor…

          …y ahora el frescor que se abre paso al adentrarnos en el verdor del Barranco de Guayadeque, en el que su manantial continuo nos arrulla y sus cuevas nos cobijan.


          Y del barranco a la Caldera de Los Marteles, ruta obligada del senderista, donde aún estando solo, te sientes acompañado. Rompe el silencio el zumbido de las abejas, el colorido azul del tajinaste y el amarillo de las cañahejas y retamas. 


          Se nos abre el apetito, garrapiñadas para el camino y un “buchito” de ron miel.

          Y ahora sí, Gran Canaria nos muestra su interior, siguiendo una ruta serpenteante llegamos al corazón de la isla. Los municipios de Tejeda y Artenara nos sirven de miradores naturales para contemplar la belleza a nuestro alrededor. Mantenemos la firmeza de nuestra mirada hacia el Roque Bentaiga, lugar sagrado para los aborígenes, y hacia el Roque Nublo, todo un simbolismo en Gran Canaria.


          El Fraile contemplativo ve cada mañana abrirse un mercadillo donde decenas de artesanos ofrecen sus productos típicos y elementos tradicionales. El bienmesabe, a base de almendra y miel, se está convirtiendo en un acompañante habitual de los helados mientras se pasea por el Parador Nacional de Tejeda que nos invita a descansar.

          Barrancos, calderas y roques; garrapiñadas, bienmesabe y mazapán; zumbidos y silencio; del sureste a la cumbre grancanaria.

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