martes, 30 de abril de 2013

De su belleza paisajística a su riqueza gastronómica


           Si Fuerteventura nos presenta una estampa de lo que parece ser el edén, un lugar de paz y descanso, contrastando con su lado más  aventurero, deporte y diversión, ya únicamente nos queda para tocar el cielo, digerir la riqueza de su gastronomía, y por eso la ruta que se nos ofrece en el día de hoy está bautizada como “La ruta de los sabores”.

          En Tuineje, al sur de la isla, nos encontramos con dos lomas que resguardan entre sí un pequeño pueblo llamado Las Playitas, en el que se respira tranquilidad, aunque actualmente se haya convertido en un núcleo turístico en pequeña escala, donde destaca su playa de arena negra, bordeada por la avenida marítima y su muelle pesquero.


          Esta ha sido nuestra primera parada y por ende nuestro primer contacto en el día de hoy con la ruta del “enyesque”. 



          En un entorno rural en el que la flor del paraíso (strelitzia) nos saluda a modo de bienvenida, nos convidan a nuestra primera degustación, alimentos de la tierra bañados en aceite y aliñados con orégano, acompañada de un vino del lugar, una delicia para nuestro paladar. 




          Después de un agradable recorrido por la finca, entre animales de granja que se nos acercan y posan sin reparo...



...nos despedimos y ponemos rumbo a Pájara y, frente a su iglesia, se encuentra una plaza donde otro burro del lugar pone en marcha la noria según la recolecta del momento, este sí que es un burro muy inteligente.

  
          Dejamos atrás el pueblo de Pájara y nos acercamos al suroeste de la isla, Betancuria. Desde el Mirador de Betancuria, custodiado por dos enormes estatuas de Aborígenes Canarios...


...se nos muestran una espectaculares panorámicas de ambos lados de la isla y todo cuanto la vista nos alcance, como las ardillas que habitan por estos parajes y salen a nuestro paso.

  
          Sin olvidarnos que el objetivo de esta ruta de hoy tenía que ver con los sabores que nos brinda esta isla, se nos abre el apetito y nos preparamos para la siguiente degustación.
Esta vez el producto estrella de la Maxorata, el queso majorero y sus variedades. No hay quien se resista a probarlo, está riquísimo con cualquier acompañamiento, mermeladas, mojos… menudo día el de hoy y lo que nos queda.


          ¡Ah! por cierto, también conocimos a las que han hecho posible estos maravillosos quesos.

 
          Nos acercamos a una plantación de Aloe vera, la de mayor extensión en Europa. Sabíamos de las propiedades del Aloe, un cultivo muy popular en nuestras islas con fines terapéuticos, pero no éramos tan conscientes de la gran variedad de productos que puedes encontrar en el mercado relacionados con esta planta, desde el mundo de la cosmética, la gastronomía…, lo probamos en licores y resultó exquisito. ¡Así merece la pena curarse! 


          Ya nos acercamos al punto y final de la ruta turística de hoy. Nos dirigimos a Antigua, concretamente al Museo de la Sal de las Salinas del Carmen. Estas salinas se encuentran en medio de un poblado marinero, abiertas al mar y con una centinela de excepción, el esqueleto de una ballena.

  
          En el museo encontramos un espacio habilitado con textos y fotografías que nos informan sobre la historia de la sal, sus aplicaciones y de como surgió esta industria que permitió el trabajo a cientos de personas siglos atrás.

          Con un sabor a salitre, no podía ser de otra manera, tratándose de una isla cuya principal fuente de riqueza procede de su litoral, despedimos el día de hoy, pero esta despedida nos deja un sabor a nostalgia y es que nuestra aventura en esta isla acaba aquí. 

          Mañana nos despediremos de la rosa de los vientos como se merece.

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